Continuamos analizando el popular esquema de Samuelson sobre el flujo, supuestamente circular, de la "renta" en el punto donde lo dejamos: habíamos constatado una separación entre las funciones económicas que tenían lugar en la caja de la derecha, asignada a los "hogares" en general, ya que la economía neoclásica no ve clases por ninguna parte.
Esa separación se manifestaba gráficamente en una línea horizontal que partía la caja en 2. Por tanto, ya no teníamos unos "agentes" -los hogares- sino unas funciones que éstos desarrollan: por una parte el arrendamiento de los servicios productivos de los "factores de producción" de los que los hogares son propietarios, y por otra parte el consumo de los bienes y servicios producidos por los otros "agentes": las industrias. También en la caja del lado izquierdo había un sutil cambio, porque ya no podíamos hablar de esos "agentes industrias" sino de su función: la producción. Sólo así puede tener algún sentido la consideración de que todos los "factores de producción" se poseen por los hogares y son alquilados a las industrias en cada simple acto de producción, asignándose así los ingresos correspondientes directamente a los hogares, sin mediación de las industrias.
Sólo con esto ya podemos ver que el flujo en realidad no es circular, como se aprecia en la figura 3:
Fig. 3: El flujo lineal de Samuelson
En este esquema ya no hay un círculo, sino una línea de tiempo que transcurre desde arriba hacia abajo, y que pone de manifiesto una característica de la economía neoclásica: el vínculo que cerraría el ciclo uniendo el consumo a la sucesiva cesión de los factores de producción de los hogares para realizar de nuevo las funciones de producción requiere añadir nuevos supuestos de comportamiento. Aquí es precisamente donde podemos empezar a encontrar diferencias entre keynesianos y equilibristas [denomino así a los teóricos del equilibrio económico, porque además de ser partidarios del mismo, tanto en sus análisis positivos como en sus recetas normativas, sus esfuerzos por mantener la coherencia interna de su teoría y, al mismo tiempo, el más mínimo parecido con la realidad que se trata de explicar son dignos del mejor funambulista] partidarios de la ley de Say [hay equilibristas en otras escuelas del pensamiento económico, incluso entre los marxistas. En realidad los keynesianos son también, a su manera, equilibristas, pero no tan radicales].
Por lo tanto, no es necesario descender de ese máximo nivel de abstracción para desmontar el carácter supuestamente circular del esquema.
Pero este sólo es el comienzo de la película: debemos ahora descender un paso en ese nivel de abstracción, aunque sólo sea para considerar la existencia de la inversión en la economía.
En efecto, independientemente de la importancia que se le quiera dar a las actividades de consumo final (las ammenities and conveniences de Smith), en la economía hay otro destino para el producto neto, la inversión, que no vamos a definir aquí, pero consiste en bienes y servicios cuyo destino es servir como insumos para la producción de otros bienes y servicios. Estos son los bienes básicos de la Producción de mercancías por medio de mercancías de Sraffa, o el consumo intermedio en la contabilidad nacional.
Aunque es común que a nivel introductorio se equipare con la formación de capital fijo, esto en ningún caso es correcto a ningún nivel de abstracción, puesto que una parte importante de la inversión consiste en mercancías en distinto grado de terminación, que con algunas reservas podemos equiparar con el capital circulante.
No obstante, esto tampoco es casual, sino que es obligado por la atención exclusiva neoclásica en el producto neto, sin considerar el producto bruto. Antes de analizarlo debe prevenirse al lector para que no confunda esta distinción con la existente entre las magnitudes brutas y netas de contabilidad nacional (por ejemplo entre PIB y PNB), cuya diferencia consiste únicamente en el consumo de capital fijo.
El producto bruto (valor producido total), fundamental en toda la economía política clásica, incluye el producto neto más todo el consumo intermedio, mientras que el producto neto (valor añadido total=ingreso total) es, en este nivel de abstracción, la suma del consumo y la inversión. A su vez, la inversión es la suma de la formación de capital fijo y la variación del capital circulante. Si se consideran equivalentes los aumentos y las disminuciones de existencias de capital circulante (y en un marco de equilibrio estático no tenemos otra posibilidad!) pueden dejarse al margen, y tomar en cuenta únicamente la inversión en capital fijo.
Por otro lado, con ello tenemos ya una diferenciación entre "factores de producción" que son, a su vez, producidos (capital) y otros que no (trabajo y tierra).
Pues bien, para incluir las actividades de inversión deberemos refinar nuestro esquema como se muestra en la figura 4:
En este esquema vemos más de cerca la flecha "B" rotulada "demanda final" y apreciamos que incluye los dos componentes mencionados: consumo e inversión.
Este esquema ahora sí se convierte en circular, al menos parcialmente, gracias a la realimentación de la inversión sobre la producción, y de esta última sobre la primera. Esto introduce un carácter dinámico en el minimodelo, donde encaja el modelo del acelerador típicamente keynesiano-kaleckiano. No obstante, como también puede apreciarse, se mantiene el carácter de autopista unidireccional que va de los factores productivos hasta el consumo final. ¿Cómo se combinan ese elemento dinámico endógeno con los elementos exógenos de los "factores de producción", resultando finalmente en la variable dependiente "consumo final"? La respuesta es: se combinan mal. Hay dos tipos de modelos dinámicos que utilizan este esquema: los de equilibrio (Kaldor) que incluyen supuestos incompatibles con la realidad, y los de desequilibrio o del "equilibrio en el filo de la navaja" (Harrod-Domar) que pronostican serios problemas para el crecimiento económico capitalista.
En una próxima entrega trataremos de analizar en detalle la actividad de producción, lo que dará entrada en escena al método de análisis de la economía política clásica.
En este esquema ya no hay un círculo, sino una línea de tiempo que transcurre desde arriba hacia abajo, y que pone de manifiesto una característica de la economía neoclásica: el vínculo que cerraría el ciclo uniendo el consumo a la sucesiva cesión de los factores de producción de los hogares para realizar de nuevo las funciones de producción requiere añadir nuevos supuestos de comportamiento. Aquí es precisamente donde podemos empezar a encontrar diferencias entre keynesianos y equilibristas [denomino así a los teóricos del equilibrio económico, porque además de ser partidarios del mismo, tanto en sus análisis positivos como en sus recetas normativas, sus esfuerzos por mantener la coherencia interna de su teoría y, al mismo tiempo, el más mínimo parecido con la realidad que se trata de explicar son dignos del mejor funambulista] partidarios de la ley de Say [hay equilibristas en otras escuelas del pensamiento económico, incluso entre los marxistas. En realidad los keynesianos son también, a su manera, equilibristas, pero no tan radicales].
Por lo tanto, no es necesario descender de ese máximo nivel de abstracción para desmontar el carácter supuestamente circular del esquema.
Pero este sólo es el comienzo de la película: debemos ahora descender un paso en ese nivel de abstracción, aunque sólo sea para considerar la existencia de la inversión en la economía.
En efecto, independientemente de la importancia que se le quiera dar a las actividades de consumo final (las ammenities and conveniences de Smith), en la economía hay otro destino para el producto neto, la inversión, que no vamos a definir aquí, pero consiste en bienes y servicios cuyo destino es servir como insumos para la producción de otros bienes y servicios. Estos son los bienes básicos de la Producción de mercancías por medio de mercancías de Sraffa, o el consumo intermedio en la contabilidad nacional.
Aunque es común que a nivel introductorio se equipare con la formación de capital fijo, esto en ningún caso es correcto a ningún nivel de abstracción, puesto que una parte importante de la inversión consiste en mercancías en distinto grado de terminación, que con algunas reservas podemos equiparar con el capital circulante.
No obstante, esto tampoco es casual, sino que es obligado por la atención exclusiva neoclásica en el producto neto, sin considerar el producto bruto. Antes de analizarlo debe prevenirse al lector para que no confunda esta distinción con la existente entre las magnitudes brutas y netas de contabilidad nacional (por ejemplo entre PIB y PNB), cuya diferencia consiste únicamente en el consumo de capital fijo.
El producto bruto (valor producido total), fundamental en toda la economía política clásica, incluye el producto neto más todo el consumo intermedio, mientras que el producto neto (valor añadido total=ingreso total) es, en este nivel de abstracción, la suma del consumo y la inversión. A su vez, la inversión es la suma de la formación de capital fijo y la variación del capital circulante. Si se consideran equivalentes los aumentos y las disminuciones de existencias de capital circulante (y en un marco de equilibrio estático no tenemos otra posibilidad!) pueden dejarse al margen, y tomar en cuenta únicamente la inversión en capital fijo.
Por otro lado, con ello tenemos ya una diferenciación entre "factores de producción" que son, a su vez, producidos (capital) y otros que no (trabajo y tierra).
Pues bien, para incluir las actividades de inversión deberemos refinar nuestro esquema como se muestra en la figura 4:
En este esquema vemos más de cerca la flecha "B" rotulada "demanda final" y apreciamos que incluye los dos componentes mencionados: consumo e inversión.
Este esquema ahora sí se convierte en circular, al menos parcialmente, gracias a la realimentación de la inversión sobre la producción, y de esta última sobre la primera. Esto introduce un carácter dinámico en el minimodelo, donde encaja el modelo del acelerador típicamente keynesiano-kaleckiano. No obstante, como también puede apreciarse, se mantiene el carácter de autopista unidireccional que va de los factores productivos hasta el consumo final. ¿Cómo se combinan ese elemento dinámico endógeno con los elementos exógenos de los "factores de producción", resultando finalmente en la variable dependiente "consumo final"? La respuesta es: se combinan mal. Hay dos tipos de modelos dinámicos que utilizan este esquema: los de equilibrio (Kaldor) que incluyen supuestos incompatibles con la realidad, y los de desequilibrio o del "equilibrio en el filo de la navaja" (Harrod-Domar) que pronostican serios problemas para el crecimiento económico capitalista.
En una próxima entrega trataremos de analizar en detalle la actividad de producción, lo que dará entrada en escena al método de análisis de la economía política clásica.
AVISO:
ResponderEliminarReleyendo esto encuentro algunos errores que cuando tenga tiempo tendré que corregir.
Pido disculpas