viernes, 9 de septiembre de 2011

La sustancia de la economía: el valor

La economía, o la ciencia económica, era tan distinta cuando se fundó que ni siquiera se llamaba así. Se la conocía como economía política.
La fundaron los llamados clásicos, sobre la base de establecer la verdadera sustancia de la economía capitalista. Aunque es difícil establecer una línea nítida, un hito señalado habitualmente es la Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, de Adam Smith. Marx, por su parte, solía señalar a Sir William Petty como padre de la economía política, aunque en wikipedia le califican de mercantilista..
Los clásicos (los de verdad, no los que Lord Keynes, llamaba clásicos cuando no eran más que neoclásicos, aunque estoy seguro que lo hizo para despistar y borrar definitivamente del mapa a la economía política, porque no era ningún ignorante) se distinguieron de todo el análisis previo de los asuntos económicos al fijar la sustancia constitutiva de la riqueza de las naciones en algo más abstracto que los metales preciosos de los mercantilistas o el producto neto físico agrícola de los fisiócratas (que por cierto, fueron los primeros en hacerse llamar "economistas").
Todos ellos, Smith, Ricardo, Mill, y también Marx, partían de la calificación del trabajo como única fuente del valor, mientras que el valor era la sustancia de la que se ocupa la economía política. Dicho de otro modo, el sistema económico o, como lo calificaría Marx, el desenvolvimiento de la sociedad en lo relativo a la relación del hombre con la naturaleza, consiste en la creación, distribución y consumo del valor.
Valor es lo que se produce en los campos y las fábricas en lo que concierne a la economía. Por supuesto que la gasolina que se produce en una refinería es una sustancia que interesa a un químico y a un ingeniero, y un objeto útil si preguntamos a un motorista o a un distribuidor o depende si preguntamos a un ecologista. Pero en todo caso para un economista es pura y simplemente valor.
Y valor es lo que se intercambia en los mercados, si bien mediando necesariamente el dinero. Por cierto que la mediación de esta institución social, el dinero, introduce a su vez complejidades propias que ocultan o distorsionan las reglas que guían el funcionamiento económico, dificultando la identificación y la medición del valor, y haciéndola al mismo tiempo aún más necesaria.
Pues bien, ninguno de estos autores, ni siquiera Marx, que fue el más profundo y concienzudo de todos ellos, se esforzó por presentar una fundamentación sólida y exhaustiva del axioma enunciado del trabajo como única fuente del valor. De hecho, Marx podía permitirse despreciar como vulgares a todos los pretendidos economistas que no basaban su análisis en un método científico que, para empezar, definiera con precisión la sustancia a estudiar, y estableciera la metodología precisa para su medición.

Y resulta que, hoy en día, la corriente principal, el pensamiento único en economía, está constituida por esos economistas vulgares. Hoy en día se acepta que las mercancías valen lo que el comprador está dispuesto a pagar por ellas. La única base es una "sustancia" sicológica: la utilidad. Es decir, no es que no exista el valor, pero ni se lo conoce ni se puede medir, cosa que por otra parte resultaría inútil por tratarse de una cuestión sicológica que puede cambiar tan rápido como un capricho, una moda o una histeria, individual o colectiva. Simplemente se supone que está ahí.

Esto, evidentemente, es una tomadura de pelo.
No obstante, es la doctrina imperante en economía, y derrocar esa doctrina exige no sólo señalar sus defectos sino proponer una bien fundamentada alternativa (bueno, y algunas cosas más). De este modo, ahora nos vemos en la tesitura de elaborar un fundamento que aquellos gigantes del pensamiento económico no nos legaron, probablemente por considerarlo una obviedad.

post scriptum:
Desarrollo ulterior y conclusión aquí.

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