Se trata aquí de explicar el dinero aquí y ahora: en el capitalismo avanzado de occidente a principios del siglo XXI. Digo esto porque cualquier análisis científico exige ciertas abstracciones -simplificaciones de los fenómenos directamente observados en la realidad-, que en ocasiones pueden hacernos pensar que se está hablando de qué era el dinero en épocas históricas superadas, o de qué sería el dinero si el mundo fuera de otra manera, no como es. Los ejemplos, analogías o experimentos mentales sólo son válidos en la medida en que contribuyan a explicar el dinero aquí y ahora, y así hay que tomarlos. Si no cumplen esa misión deben desecharse.
Dicho esto, entremos en materia.
Partamos de una abstracción: supondremos (afirmaremos) que, en el fondo, despojado de otras complejidades y particularidades, la sociedad (en lo que a su actividad económica se refiere) no es otra cosa que una asociación de personas para producir en común[2], es decir, para ejercer sobre la naturaleza un poder típicamente humano: la transformación consciente y calculada de la naturaleza, de sus frutos, para servir a las necesidades y deseos de los asociados, de la sociedad[3].
dinero y valor
Pues bien, los socios de esa sociedad, por los medios que sea (hay disponibles en internet muchas y buenas "historia del dinero"), disponen de una herramienta que facilita enormemente la descentralización de sus actividades y la división social del trabajo que tanto incrementa la productividad: la institución social del dinero.
¿Cómo funciona esa herramienta? Bueno, todos lo sabemos por nuestra experiencia cotidiana: entregamos "cosas" a otras personas, a menudo completos desconocidos. ¿A cambio de qué? Pues a cambio de dinero. No voy a insistir en esto porque es evidente y bien conocido.
Sí merece la pena subrayar que entre esas "cosas" que entregamos hay una que es tan especial que, para empezar, ni siquiera es una cosa. Se trata de nuestra fuerza de trabajo, término técnico empleado para designar nuestra propia vida, nuestro tiempo, que es lo que vendemos los trabajadores: a nosotros mismos[4]. Esta puntualización es necesaria para el análisis de lo que es el dinero. No es equivalente, contra lo que se pudiera pensar, a cualquier otra "tipología" que se pretendiera hacer de las "cosas" que se cambian por dinero, como podría ser distinguir entre productos del trabajo humano y "bienes y recursos naturales", entre bienes materiales o servicios, entre producción nueva y bienes de segunda mano, entre activos "reales" o "financieros", y un etcétera tan largo como se quiera imaginar. Como veremos después, es la venta de la fuerza de trabajo la que da contenido económico (valor) al dinero y por eso es el meollo de la cuestión "¿qué es el dinero?".
Ese dinero, sea en billetes, cheques, anotaciones en una cuenta del banco o de la tarjeta de crédito..., es, en definitiva, "papelitos". Y entonces ¿cómo es posible que entreguemos cada día nuestras "cosas", incluido nuestro tiempo, nuestra vida, a cambio de "papelitos"? Pues porque tenemos confianza en que nuestros "socios" harán lo mismo, y cuando yo quiera algo que tiene un completo desconocido, él aceptará mis "papelitos" a cambio.
En ese exacto sentido se dice a menudo que el dinero es confianza. Es mucho mejor (más preciso) decir que el dinero, que es una herramienta, un medio, una institución social, se basa en la confianza.
Eso es lo que hace posible la enorme división social del trabajo que vivimos aquí y ahora. Y además de hacerla posible le da una forma característica, que es la que apreciamos en el día a día, porque se sitúa en la superficie del sistema económico. Esa forma característica es el intercambio mercantil, el intercambio de cosas por dinero.
No obstante, es acientífico quedarse con la apariencia, como hacía el antiguo mercantilismo y como hace la "ultramoderna" economía neoclásica, porque esa apariencia sólo puede explicarse acudiendo a las categorías subyacentes. En contra de lo mantenido por el pensamiento único, la causalidad es el principio y el fin de toda ciencia.
Podemos buscar esas categorías subyacentes en tres pasos sucesivos:
- Como dijimos en nuestro supuesto de partida, el desenvolvimiento económico de la sociedad se refiere a la producción (en el sentido amplio antes mencionado), y no al intercambio, que es su forma mediadora, forma que es necesaria en el capitalismo, pero no por ello deja de.ser un medio accesorio y nunca un fin.
- La producción se lleva a cabo mediante una colosal división social del trabajo, mediada por el intercambio mercantil: se cosifican las relaciones sociales de "reparto" de las actividades de producción y de las relaciones sociales de "reparto" de los frutos de esa producción. A ello se une la propia cosificación del trabajo, al convertirse en trabajo asalariado e intercambiarse la fuerza de trabajo como una mercancía (que no lo es strictu sensu).
- La cosificación de la división social del trabajo (y del propio trabajo, la relación social de producción, al hacerse trabajo asalariado), consiste en que esas relaciones sociales -entre personas- en apariencia se nos presentan como relaciones entre cosas: se intercambian unas "cosas" por otras (siempre mediante el dinero) de acuerdo con sus "valores relativos aparentes", es decir, de acuerdo con sus precios en dinero.
Las "cosas" se pueden valorar en dinero porque todas[5], en su heterogeneidad, son productos del trabajo social. Así pues, un kilo de esto vale 100 y una hora de eso otro vale 200 porque la producción de cada hora de eso otro consume el doble de gasto de trabajo social que cada kilo de esto.
Como Marx explicó, para pasar de la cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario (la sustancia del valor) al precio en dinero (la forma del valor), son necesarios una serie de pasos intermedios, que a mi entender Anwar Shaikh identifica muy bien.
Sin ellos, de hecho, el intento de David Ricardo de comprender científicamente el capitalismo fracasó, como siguen fracasando, más de dos siglos después, todos sus seguidores neoricardianos o sraffianos, como les queramos llamar.
Pero, en definitiva, y para lo que aquí necesitamos, nos resulta suficiente saber que el valor (tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario) del total de la producción vendida en el periodo es equivalente al precio (valor del dinero en que se expresa ese precio) de toda la producción vendida en el periodo.
dinámica: de donde viene, donde está y adonde se va el dinero
Y ahora, pertrechados con herramientas analíticas que nos permiten conocer la sustancia, podemos pasar a explicar el fenómeno superficial como se nos presenta, la apariencia del dinero en nuestra experiencia diaria.
El dinero, como se nos explica en numerosos sitios en internet (lo cual me ahorrará dar mayores explicaciones aquí), lo crean aquí y ahora los bancos, y no sólo el banco central, mediante la "creación de deuda", es decir, otorgando créditos. Crear dinero, evidentemente, quiere decir aumentar el que ahora mismo existe. Por ello cabe tanto un "aumento neto" positivo (se emite más dinero nuevo del que desaparece mediante la cancelación de deudas) como negativo (a la inversa).
Aquí se nos ha colado de rondón un aspecto típico de los fenómenos económicos que nos suelen colar de rondón los economistas vulgares: la distinción entre flujos y fondos, que tiene su importancia.
Será suficiente decir aquí que un fondo es una cantidad a fecha fija (p.ej. un saldo en cuenta corriente se define en un instante de tiempo: al minuto siguiente puede haber aumentado o disminuido y existirá un nuevo saldo, en un nuevo instante de tiempo), mientras que un flujo es una cantidad que se define para un intervalo de tiempo determinado (por ejemplo, para saber el total de mis gastos debo a priori, como definición, declarar a qué periodo de tiempo me estoy refiriendo: mis gastos mensuales, anuales...).
Las variables fondo cambian en el tiempo en función de variables flujo. Por ejemplo: el dinero de que dispongo al final de un mes (un instante determinado) es exactamente igual al dinero del que disponía al principio del mes (otro instante, anterior) más el total de cobros (un flujo, a lo largo de un periodo, mensual en este caso) menos el total de pagos (idem). Dicho de otro modo, la variación del fondo durante un periodo determinado es la diferencia entre los flujos positivos (aumentos) y negativos (disminuciones) de ese periodo.
Pues bien, cuando un banco crea dinero otorgando un crédito, aumenta el fondo de dinero del "beneficiario".
Y a ese fondo de dinero, formado indistintamente por lo que ya había más el nuevo dinero creado, se le pueden dar 2 y sólo 2 destinos alternativos:
- Atesorarlo. Es decir, no tocarlo y dejarlo donde está[6].
- Gastarlo. Es decir, pagar algo, sea ese algo una compra de algo "nuevo" o una deuda "antigua" que ya existía.
A su vez, este gasto admite la siguiente tipología: - adquisición especulativa
- adquisición consuntiva (sea para consumo productivo o improductivo, aquí es indiferente)
el valor del dinero: precios e inflación
Respecto al valor del dinero, la economía vulgar afirma un sinfín de idioteces acerca de la inflación o el tipo de interés (¡le llaman "precio del dinero"!). Es relativamente fácil encontrar en internet alegatos más o menos inteligentes sobre estos puntos, así que de nuevo remito al lector interesado a google, ahorrándome la perorata.
De acuerdo con lo mantenido antes, el dinero es solamente un medio (necesario) para cuantificar el valor (tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario) relativo de la producción social. Siendo así, poníamos un ejemplo en el que un kilo de "esto" valía 100 y una hora de "eso otro" 200. Lo que nos interesaba señalar allí era que los valores relativos estaban en función de los costes relativos en términos de tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario.
Pero no basta con eso.
¿Por qué 100 y 200, y no 10 y 20 o 10.000 y 20.000? Bueno, en el fondo, y siendo el dinero, como mantenemos, una institución social, una convención, ese número es convencional[9], se fija arbitrariamente. Al menos en principio. Y digo en principio porque una vez fijado (ver el ejemplo del euro en la nota 9) adquiere su propia dinámica. Y como en todos los procesos dinámicos, debe tenerse en cuenta tanto (a) la inercia como (b) las tendencias a la variación.
La inercia es la tendencia de una magnitud a seguir con la misma marcha que llevaba o, dicho de otra forma, su resistencia al cambio. En nuestro caso, si en el último año la barra de pan ha estado en 50 céntimos, el precio de la barra de pan tenderá por inercia a mantenerse en 50 céntimos.
Por su parte, las tendencias a la variación se manifiestan por medio del dinero que afluye para comprar el artículo del que se trate, pan en este caso, o automóviles, viviendas, acciones, obras de arte... Cuando crece la afluencia de dinero para comprar el pan, imprime una tendencia para que suba el precio. Si el dinero se retira de la compra de pan, ocurre lo contrario. Este es "el juego de la oferta y la demanda", que no es absoluto, sino que por el contrario juega únicamente alrededor de la magnitud inercial.
El precio concreto en cada instante concreto es así función de la inercia y de las presiones para el cambio.
Y ¿qué ocurre cuando afluye más dinero a comprar todos los artículos?[10] Pues que tienden a aumentar todos los precios, y esto equivale a decir que disminuye el valor del dinero. De hecho, aumenta la "Expresión Monetaria del Valor Trabajo". En esto consiste, ni más ni menos, la inflación.
Y ¿qué es eso de la "Expresión Monetaria del Valor Trabajo"? Pues exactamente el valor del dinero: el tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario para producir las mercancías que pueden comprarse con una unidad monetaria. Ese es el valor del dinero.
Y respecto a los tipos de interés, aquí tampoco "toca", puesto que no es una cuestión monetaria, sino de distribución de la plusvalía entre el capitalista industrial y el capitalista financiero. No obstante, diré que, de modo semejante a lo que ocurre con las "rentas económicas", o con los "beneficios del comercio", aquí, al margen de la cantidad de plusvalía "a repartir" entre industrial y financiero, las respectivas posiciones de poder son lo fundamental, como en toda extorsión. Y desde luego no tiene nada que ver con el valor del dinero ni mucho menos con un supuesto "precio del dinero", que es en si mismo un concepto absurdo, como podría ser la "velocidad de la rapidez" o la "longitud de la distancia".
apéndice: el valor intrínseco del dinero y el fetiche del oro
Históricamente, y hasta que, muy recientemente (¡no hace aún un siglo!), se eliminó el "patrón oro", se fue consolidando lo que hoy es la plena independencia del dinero respecto de las materias que servían como dinero, particularmente, del oro. El oro tiene un indisputable lugar de privilegio en toda esta cuestión simplemente porque ha sido la mercancía que durante más tiempo, con más éxito y hasta más recientemente ha servido como materialización del dinero.
Cuando aún no estaba consolidada la necesaria confianza en el dinero como algo abstracto, como la pura convención social que es en realidad[11], el dinero tenía forma corpórea, y su valor estaba ligado al valor de la materia que le daba cuerpo.
La materia que se usaba como dinero debía fijar su valor del mismo modo que el resto de mercancías. Esto, evidentemente, no existe ya en nuestros tiempos de papel dinero, dinero electrónico y dinero de plástico. Cuando el dinero se ha independizado de toda "corporeidad", hablar de "valor intrínseco" del dinero no tiene sentido.
No haré un análisis detallado del proceso de esta transformación, pero sí diré que mucho antes de que el oro dejase de ser dinero y el dinero oro, y una vez imperante el modo de producción capitalista, el dinero dejó de valorarse en función del valor del oro-mercancía, y empezó a ser al contrario: el precio del oro-mercancía empezó a asociarse al valor del dinero como tal, lo que los anglosajones llaman MELT: Monetary Expression of Labor Time [Expresión Monetaria del Tiempo de Trabajo], y que viene a ser lo mantenido más arriba respecto al valor del dinero.
Por ello, hoy en día, el precio del oro se basa fundamentalmente en la confianza: es un precio (casi) completamente especulativo, debido a que su tráfico se ha desligado en su práctica totalidad de su naturaleza de mercancía física con un coste de producción determinado y con una cierta utilidad.
Hay un blog magnífico, pero en inglés, que habla mucho mejor que este de todas estas cuestiones, A Critique of Crisis Theory. Incluye montones de referencias tanto históricas como actuales y citas muy pertinentes de los más variados autores (especialmente de Marx).
Pues bien, el único punto en el que discrepo de él es precisamente en el papel central que otorga al oro en la cuestión del dinero.
En ese blog se viene a decir que el dinero no es otra cosa que oro y que sólo el oro es dinero.
Ya hemos dicho, y es bien sabido, que en épocas pasadas (aunque no tanto, incluso existía ya el capitalismo) la materialización última y prácticamente única del dinero era el oro. Pero Sam Williams (el autor de ese blog) mantiene que la desaparición del "patrón oro" fue un brindis al sol, y que por mucho que se empeñe quien se empeñe, el valor de la masa de dinero existente sigue y seguirá ligado al valor de la cantidad de oro existente.
Creo que en última instancia estamos de acuerdo en que el valor de la masa de dinero existente no carece de referente. Es decir, emitir dinero sin fin, antes o después hará que suban los precios (el dinero valdrá menos). Todo este post se dedica a analizar esta conclusión. Todo el razonamiento de Williams en este sentido lo suscribo casi íntegramente, con la única salvedad de sustituir las menciones a "la cantidad de oro existente" por "la cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario (el valor) de la producción en venta, o del total de bienes en venta, según el caso" .
[promemoria: interesante artículo sobre el dinero y la dimensión sicológica del capitalismo aquí.]
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NOTAS:
- Estudio lo que puedo para conseguir entender cómo funciona la economía, pero creo que aún no puedo hacer honor al título de "economista", a pesar de lo que dice mi título de licenciatura: tengo muchas lagunas y me queda muchísimo por estudiar.
No obstante, y aparte de que verdaderamente hace mucho tiempo que ese título tiene poca honorabilidad (¿le queda alguna?)., lo cierto es que en cursos, cursillos y foros me doy cuenta que los hay que están peor que yo, y no porque estén menos avanzados en el estudio de la materia, sino porque parten de errores conocidos y de dogmas ya superados, al menos en la teoría. Con esas bases, cuanto más se "avanza", más lejos se está de comprender el mundo.
Por último, pero quizá lo más importante, he vencido mi última pero más fuerte resistencia, compuesta de prudencia y soberbia. La soberbia me impide escribir algo sobre lo que no estoy absolutamente convencido de tener absolutamente fundamentado. Pero es cierto que hay tanto por hacer que todos debemos arrimar el hombro en la medida de nuestras posibilidades, y tragarnos el orgullo si es menester.
Sólo espero no introducir, por desconocimiento, ninguna barbaridad o tontería inadvertida que contribuya a la confusión, lo que haría que, en lugar de ayudar, esto sirviera para enredar aún más. No es sólo la soberbia la que me hace resistirme a publicar lecciones, sino también la sana prudencia. - En la historia de la explicación científica del capitalismo, los mercantilistas hicieron el primer intento, pero se basaban en el tráfico de mercancías (y, por lo tanto, de dinero). Es decir, la existencia de las propias mercancías (y del dinero que servía para pagarlas) se daba por supuesto, lo que en cuanto a metodología científica equivale a decir que la producción no existe (o por decirlo técnicamente, no se "considera").
Esa visión se superó por los fisiócratas, que trataron de encontrar el origen de esa riqueza cuyo tráfico estudiaron los mercantilistas. No obstante, su enfoque mítico-naturista de que la naturaleza hace llover del cielo la riqueza sobre el género humano se superó bien pronto por lo que incluso desde la imaginería burguesa se considera el nacimiento de la moderna ciencia económica: la economía clásica, marcando como hito fundacional la publicación del Estudio sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones de Adam Smith, con un título muy significativo.
La economía clásica tuvo como culminación la obra de Karl Marx, fundamentalmente El Capital, cuyas conclusiones científicas y, más aún, sus consecuencias políticas, aterrorizaron de tal manera a la nueva clase dominante -los capitalistas- a abandonar, a enterrar, la ciencia económica, sustituyéndola por los galimatías insulsos y anticientíficos de los que Marx llamaba "economistas vulgares".
Completado el marginalismo neoclásico con la "revolución" keynesiana, hoy asistimos al nuevo imperio del mercantilismo ciego, que no quiere ver la raiz productiva en toda actividad económica, a la que en cambio define con alegorías insulsas como "la asignación de medios escasos a usos alternativos", y ven la ciencia económica como "ciencia de la elección", definiéndonos a todos como "homo economicus". - En este sentido, producir incluiría todas las actividades humanas destinadas a poner los objetos producidos -tangibles e intangibles- en condiciones de ser disfrutados por sus destinatarios -productiva o improductivamente.
Con ello simplificaremos la distinción producción vs distribución, entendiendo esta segunda (almacenamiento necesario, transporte necesario...) incluida en la primera. No obstante, se mantiene, porque desde el principio es fundamental, la distinción clásica-marxista entre actividades productivas e improductivas (por ejemplo la compra-venta o la financiación). - Aquí "no toca" hablar de clases sociales, ni de trabajo asalariado como esclavitud en usufructo, pero como vemos todo está relacionado.
- Como brillantemente nos explicó Quevedo, muchísimo antes de que existiera el capitalismo (y por lo tanto el dinero capitalista que es el que aquí nos interesa), el dinero compra muchas más "cosas" que los frutos del trabajo humano. La honra y la belleza eran entonces, y son ahora, objetos de tráfico mercantil. También entonces lo eran, y lo son ahora, otros objetos más tangibles pero igualmente fuera de la órbita de la producción humana, como el terreno, los recursos naturales, e incluso las ideas ("propiedad intelectual").
Explicar esto requiere un análisis del concepto de "renta económica", que ahora tampoco "toca", pero que para resumirlo en dos palabras se puede decir que se reduce a una extorsión, un puro chantaje. - Al lector atento le parecerá que esto es una perogrullada, pero resulta sorprendente hasta qué punto la ignorancia (en general voluntaria) de la posibilidad de atesorar el dinero provoca el error de mantener lo que se conoce como "ley de Say" o, dicho de otra forma, la negación de la evidencia: "no es posible que exista una sobreproducción generalizada de mercancías".
Hoy, en diciembre de 2011, todas las instituciones financieras (bancos) del mundo atesoran todo el dinero del que son capaces. Por eso no fluye el crédito. ¿Por qué? Por puro miedo a lo mal que están sus acreedores, en primer lugar todos los demás bancos. Y ellos lo saben bien porque saben perfectamente (y nos lo ocultan) lo mal que están ellos mismos, el que más y el que menos prácticamente quebrados. - Aquí surge un punto interesante, que aunque es algo no demasiado pertinente para nuestra discusión, afecta de lleno a la explicación de la crisis que estamos viviendo desde 2007.
El aumento del flujo de dinero dirigido a comprar la producción del periodo introduce una presión inflacionista sobre los precios de esos productos.
En cambio, cuando el flujo de dinero se dirige a la especulación con activos (acciones, inmuebles, materias primas...), mientras tiene el mismo efecto inmediato de elevar los precios de los mismos, produce un efecto característico: una burbuja especulativa que se autoalimenta. Siendo el objeto y el único fin de la especulación el revender lo comprado obteniendo más dinero del inicialmente pagado, cuanto mayor es el dinero movilizado con este fin mayor es el éxito conseguido, lo que a su vez atrae cada vez más dinero a esta actividad, mientras que aparentemente crece también la riqueza real que "respalda" a la suma total de dinero existente.
Si el valor del dinero fuera algo puramente convencional, no habría razones objetivas para que esos procesos especulativos no crecieran al infinito. Pero el mundo no funciona así, y ya hemos comprobado que, efectivamente, el ladrillo sí puede bajar (al contrario de lo que se afirmaba casi unánimemente no hace tanto tiempo). - Existen matices sobre esta cuestión que no me parecen muy importantes, aunque enfrenta a varios autores sobre la sutileza de si el dinero "existe" antes de "crearse" en las cajas de los bancos y sigue "existiendo" cuando el deudor reembolsa su deuda o, por el contrario, el dinero "existe" solo fuera de los bancos. Aquí consideramos como dinero únicamente aquél que está "en circulación", es decir, en manos de aquéllos que no son bancos, no porque se tome partido en esa discusión, sino porque no parece muy importante para nuestro objetivo.
- Si a alguien le causa duda, tenemos un ejemplo muy reciente y cercano: la implantación del euro. Esta nueva moneda se fijó con un tipo definitivo e inamovible en relación a cada moneda a la que susttituía. En el caso que conozco, se estableció en 166,386 pesetas. se podía haber fijado igualmente en 1,66386 o en 1.663,86 o en cualquier otra cifra que imaginemos.
Lo importante era la fijación de los tipos relativos entre monedas.
Y ahí también nos la dieron, respecto al marco alemán. Fue nuestra última devaluación, de las que tan asiduos fuimos en toda nuestra historia económica (y de la que tantos nostálgicos están apareciendo en esta crisis), pero en este caso fue muy especial, no solo por ser la última, sino también porque fue preventiva (como la invasión de Irak) y no a resultas de resultados pasados de nuestro sistema económico. - En realidad, en muchas ocasiones se habla directamente de "qué ocurre cuando el sistema bancario crea más dinero" (como vimos antes creando nueva deuda), pero ya vimos más arriba que la distinción flujos/fondos permite y exige que la existencia de más dinero y la mayor afluencia de éste a comprar "cosas" se considere a través de un paso intermedio: el grado en que el dinero es atesorado o gastado por sus poseedores. Se puede suponer que no hay variaciones en ese "nivel de atesoramiento", en cuyo caso una creación de dinero positiva o negativa se traduce atomáticamente en mayor o menor presión del dinero sobre los precios, pero esa suposición debe hacerse explícita, y debemos estar preparados para revisarla, especialmente en tiempos de crisis, cuando no se pueden descartar cambios súbitos y de gran magnitud en variables habitualmente estables, cambiando las reglas de funcionamiento a las que nos acostumbramos.
Esto es lo que explica que a pesar de los millones de millones de euros facilitados en los últimos años por gobiernos y bancos centrales a los bancos occidentales, ese dinero, ni en una pequeña proporción, fluya hacia el sistema económico: están atesorando todo lo que cae en sus manos. Y parece que algunos no se enteran, o no se quieren enterar, o no quieren que nos enteremos. - Tenemos un buen ejemplo, muy cercano: No hace tanto tiempo, en época de nuestros abuelos -mediados del s.XX-, seguramente cualquier obrero se negaría a trabajar a cambio de que el patrón hiciera una anotación en su cuenta bancaria, como pago de la nómina. A ese obrero no le parecería que le están dando su dinero, no existía costumbre ni, por ello, confianza en ese sistema. En cambio, aceptaba de buen grado que le entregaran unos billetes y unas monedas de aleación barata, cuyo valor como dinero era el número impreso sobre ellos, ya que su valor intrínseco no era muy superior al de la anotación en cuenta: ya existía confianza en el valor del papel moneda como tal dinero.
Hoy en día es casi obligatorio domiciliar el cobro de la nómina en nuestra cuenta bancaria.
A falta de leerlo despacio, este parece un interesante trabajo sobre el particular, extensamente documentado:
ResponderEliminarConcepciones del dinero y del oro
A primera vista parece de la misma opinión que el blog de Sam Williams, arriba comentado, pero creo que merece dedicarle más tiempo.
Y parece que nuestro flamante nuevo diputado también se acaba de ocupar del asunto, aunque parece que de forma bastante superficial:
¿Qué son el dinero y la deuda?
Aquí otra vía de ampliación del asunto:
ResponderEliminarhttp://escaiguolquer.blogspot.com/2012/01/el-dinero-que-se-oxida.html
Unos dibujos muy interesantes, por fín traducidos al español:
ResponderEliminarEl dinero es deuda (I)
El dinero es deuda (II)
Hola escaiguolquer, el mendigo me ha remitido a esta entrada.
EliminarCuriosamente hemos tratado la misma pregunta básica pero complicada a la vez...
http://caleidoscopiojuanmurillo.blogspot.com/2011/12/que-es-el-dinero.html
Hola Juan
EliminarGracias por pasar por aquí. Tengo en cartera leerme tu post (que vi en el blog del mendigo, claro ;-) pero es que no doy a basto...
salud