jueves, 29 de noviembre de 2012

medios de producción, fuerza de trabajo y propiedad

Un reciente comentario del Mendigo, creo que a raiz de una interesante discusión en su blog, me ha hecho volver sobre un asunto al que le tengo especial predilección:
¿Cuál debe ser la consigna principal en el programa socialista de máximos? Dicho de otro modo ¿a qué aspiramos? La respuesta típica es:
(A) ABOLICIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN.
La que yo prefiero es:
(B) ABOLICIÓN DEL TRABAJO ASALARIADO.

Dice el Mendigo que debe de haber algo que se le escapa, porque él sigue viendo como mejor fórmula la primera. Y es un tío muy espabilado, de modo que efectivamente, hay algo que no está claro.

Voy a largar un poco más sobre el tema, a ver si llegamos a alguna conclusión interesante:

Impedir el monopolio privado de los medios de producción
En la primera alternativa, se pone el acento en que los capitalistas explotan a los trabajadores debido a que detentan en exclusiva los medios de producción, que son a su vez producto del trabajo de los trabajadores.  Siendo la producción como es, y cada vez más, eminentemente social, una actividad en la que las interconexiones entre las personas que trabajan son cada vez más extendidas e intrincadas ¿qué sentido tiene la propiedad privada de los medios de producción? A poco que se medite sobre ello, sólo tiene sentido como palanca de poder, de chantaje, para que el capitalista obtenga de la sociedad, del pueblo trabajador, lo que no le corresponde.
Los expropiadores (capitalistas), por tanto, deben ser expropiados de los medios de producción que no explotan directamente.
La alternativa es su colectivización, su apropiación pública por parte de los trabajadores que emplean dichos medios, o bien su estatalización, su apropiación pública por medio del estado.

Impedir la esclavitud, la explotación de unas personas por otras

Los capitalistas explotan a los trabajadores por medio de la institución del trabajo asalariado, que constituye una esclavitud a tiempo parcial, una servidumbre "libremente" aceptada, mediante el chantaje de la ausencia de alternativa.
La aplicación de trabajo asalariado a las explotaciones económicas, por tanto, debe prohibirse como extensión de las históricas prohibiciones de la esclavitud y de la servidumbre, la "pertenencia" de las personas a la tierra (aunque sigue vigente su inversa: la prohibición a las personas de que abandonen su tierra e intenten probar suerte en el primer mundo).
La alternativa es la asociación en diferentes modalidades de los trabajadores, que obtendrán los medios de producción por cualesquiera vías, sea su compra, su alquiler, o su cesión si fueran de propiedad colectiva, pero sin enajenar nunca su propio trabajo, ni por tanto su fruto, el producto final.

¿Por qué esta preferencia?
De veras que no es por timidez política. Creo que es justo, eficaz y debido afrontar una expropiación de los capitalistas. Pero creo también que es más duro y prolongado de conseguir que una "simple" interdicción legal de la explotación del trabajo asalariado. La dictadura del proletariado, en lo económico, pasa por la expropiación y por la conversión de la propiedad privada de medios necesariamente sociales en propiedad social. Además, la necesaria planificación (contrariamente a lo mantenido por los distintos sabores de "socialismo de mercado" es necesaria para una actividad económica democrática en sociedad, aunque creo que un "mercado" seguirá y debe seguir existiendo) exige que si no es absoluta, la propiedad colectiva de los medios de producción sea típica y muy extendida.
La abolición de la explotación de trabajadores asalariados es por tanto una cuestión no de medios, sino de fines, o mejor, de principios, y de ser por ello susceptible de imponerse por decreto de un día para otro.
Pero es que, además, evita otras desviaciones, las tristemente conocidas de la explotación del pueblo trabajador, si no ya por una clase capitalista desposeida y por tanto inexistente, por unas castas ocupantes de un estado totalitario estalinista, a la manera de la Unión Soviética o China.

3 comentarios:

  1. Bueno, pues continuamos aquí la discusión. Promete ser interesante.

    Veamos: ambas formulaciones parecen equivalentes, pero hay dos puntos de diferencia:

    - En un caso, la posibilidad de poseer los medios de producción propios (individual y colectivamente). Aquí hay dos vertientes, que todos los medios de producción pertenezcan al Estado, o que puedan existir cooperativas y empresas unipersonales operando en un mercado (regulado, como todos los mercados) y en una economía planificada...lo justo, al punto de sal (no existe economía que no esté intervenida en cierto grado por el Estado, para dirigirla según el interés general y en aras de la eficiencia).

    Desde luego, mi modelo es el segundo.

    Y luego tenemos otra diferencia, en que la segunda formulación es más restrictiva: el caso de las empresas estatales.

    Hombre, yo creo que es bastante evidente que empleado público no necesariamente conduce a la explotación. De hecho, los trabajadores públicos en Europa gozan de un status socioeconómico bastante alto.

    Creo que la clave es operar un sistema socialista manteniendo un sistema competitivo basado en el mercado (potenciándolo, porque en demasiados casos en el capitalismo la competencia es sólo aparente, oligopolios, colusión de precios...). El mercado es un buen instrumento, lo que es ridículo es presentarlo como panacea o como fin último. En ocasiones, no es el instrumento adecuado (por ejemplo, para distribuir bienes de primera necesidad). Y en todo mercado, lonja o plaza de abastos tiene que haber una legislación que vigile que todos los concurrentes acuden en igualdad de condiciones, que ninguna mano fuerte desequilibre el fiel. Es decir, el Estado tiene que vigilar que el funcionamiento de los mercados es adecuado, justo y satisface el bien común.

    En estas circunstancias de economía competitiva, el Estado sería un jugador más, quien para contratar tendría que ofrecer un salario equivalente al de los otros empleadores-propietarios (no olvidemos que hemos abolido la ppmp, la alternativa a ser asalariado público es ser cooperativista, recibiendo además de la retribución por el trabajo la distribución del beneficio neto obtenido).

    Es decir, si una empresa estatal quisiera tener quién le trabaje, debe ofrecer condiciones al menos tan buenas como se le ofrecerían las empresas "privadas" en manos de los trabajadores.

    Por otra parte, parece conveniente hacer una salvedad en la abolición del trabajo asalariado en el caso de las empresas públicas ya que, como dije, hay sectores que por su tamaño o ser intensivos en capital, no parecen susceptibles de ser operados por iniciativa "privada" (es decir, por cooperativas de trabajadores).

    Por poner ejemplos: la banca, la energía... Si una central eléctrica, por ejemplo, fuera sólo propiedad de sus trabajadores, estos serían dueños de una parte excesiva de capital, y los beneficios obtenidos serían excesivos e injustos al trabajo aportado. Por otra parte, si deben aportar ellos el capital, jamás se construiría ninguna.

    ¿Cómo lo solucionamos, sin participación estatal? Multiplicando artificialmente el número de trabajadores que operan la planta? Parece ridículo y contrario a la eficiencia, pues la mayoría estarían con los brazos cruzados, porque una vez construida, operarla y mantenerla son pocas horas de trabajo.

    Hay que tener claro que, en un nuevo y deseable sistema socialista, habría que vigilar la aparición de nuevas acumulaciones de capital, y desactivarlas, antes de que creen desequilibrios que reviertan la situación al paradigma actual (el dinero es poder).

    No deberíamos tener miedo a las empresas estatales. Son legítimas, pues la plusvalía no se acumula en individuos en concreto sino que revierte en toda la sociedad. Y para ciertos sectores, como he dicho, pueden ser más adecuadas.

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  2. Ya te digo que si es interesante :D

    Para empezar: de acuerdo total en que cualquier economía tiene dosis de planificación y de mercado. Cualquiera. La cuestión, por tanto, parecería que es la mezcla concreta.
    Pero hay un matiz importante a tener en cuenta acerca de la "mezcla" en el socialismo respecto a la de la sociedad capitalista. De hecho, es la madre del cordero: En el capitalismo LA LEY por excelencia es la ley del valor. Del valor trabajo (por supuesto!). Leí por ahí que, en realidad, a la teoría del valor trabajo debería llamarsele ley del trabajo valor. En inglés tiene más sentido: se trata de que no sería una explicación del valor basada en el trabajo, sino de una explicación del trabajo social basada en el valor.
    En el capitalismo, como economía mercantil que es, el trabajo social, la actividad económica, se rige por el valor, y más concretamente, en su operativa diaria, por el plusvalor (lo que se queda el capital, engordando).
    En el socialismo, hay discusión sobre si seguiría rigiendo "una" ley del valor o no, pero no hay duda que la guía y el criterio no sería el plusvalor apropiado por el capital.
    Por supuesto que habrá trabajo, trabajo social (hoy en día no hay otro), pero no se regiría (o no principalmente) por el plusvalor suministrado, sino democráticamente (y por tanto, sin dirección previsible a priori, aunque sí imaginable) de acuerdo con los intereses en juego:
    a) los de los trabajadores implicados
    b) los de la sociedad implicada

    Si esto es así, pienso que la cuestión de la "mezcla" pierde interés: el asunto es tan diferente, las perspectivas y los métodos de decisión tan opuestas, que ni el "mercado" ni la "planificación" significan lo mismo (ni parecido) en el capitalismo y en el socialismo. Tampoco serían lo mismo las "empresas estatales". ¡Ni siquiera el propio estado es ni parecido!

    Partiendo de esa base, la "dictadura de los cooperativistas" de los sectores estratégicos es el talón de aquiles del "socialismo de mercado". Esa es la razón de la superioridad de la planificación DEMOCRÁTICA de la economía, tanto en cuanto a la eficiencia como en cuanto a la justicia. [ojo: el término 'eficiencia' siempre debe ponerse en relación a los fines perseguidos, aunque tendemos a dejar esto implícito, lo que casi siempre lleva a diálogos de besugos]
    Pero, por otra parte, la planificación democrática no exige la propiedad de los medios de producción por parte del planificador. Sólo exige la toma de decisiones democráticamente, y el cumplimiento estricto de esas decisiones por los afectados.

    Y en cuanto a la dualidad 'explotado' / 'asalariado', efectivamente no es totalmente lo mismo, y por eso lo que proponía abolir no era todo trabajo asalariado, sino su aplicación a "explotaciones económicas". El empleo, por ejemplo, de funcionarios en la planificación exigirá fijarles un salario, pero de la misma forma que en una fábrica, llamémosla, 'popular' (por no entrar en si estatal, cooperativa...).
    Lo que debe quedar excluido siempre es la extracción de plusvalor del trabajo ajeno: emplear a trabajadores asalariados con el fin de vender el fruto de su trabajo y embolsarse el excedente sobre el valor del trabajo necesario para reponer la fuerza de trabajo empleada.

    Se agradecen estas discusiones, de verdad.

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  3. Uf!

    A mí estas discusiones me obligan a darle a las entendederas, pues son temas que no tengo pensados. Es más, lo poco que sé de economía es por la práctica y en un sistema como el nuestro, capitalista. Si nos cargamos la plusvalía, todo cambia. Es como la dinámica de fluidos una vez que traspasas la velocidad del sonido: lo que creías que sabes, no sirve para nada, todo ha cambiado.

    Me cuesta seguirte, pero me gusta, porque aprendo muchísimo. Gracias por el esfuerzo, profe. ;)

    Pero bueno, dejemos el peloteo. Una solución que yo propugno es el desarrollo de empresas públicas, tanto para revertir el aumento del paro como para cerrar el déficit comercial (sin necesidad de matar a la gente de hambre, como ahora). Pero en estas empresas, el Estado sí que obtendría beneficio sobre el capital invertido. La diferencia respecto a una empresa privada es que éste no sería el único objetivo, sino la creación de empleo de calidad (condiciones de trabajo), la continuidad de la empresa a largo plazo (inversión, capitalización, investigación) y la prestación de un servicio social (cubrir necesidades con sus productos/servicios, no hacer una tele que se joda a los dos años y un día, vaya).

    La cuestión es el precio del dinero. Si el Estado pone la pasta, parece lógico que coseche los beneficios. No existe peligro de concentración de capital pues es el Estado, que a su vez redistribuye. Puedes repartir parte del beneficio entre los trabajadores, a modo de prima de resultados, pero el resto...no sería justo, respecto a una cooperativa donde los trabajadores ponen la pasta (asumen el riesgo de perderla) que el trabajador asalariado del Estado pudiera aspirar a la misma recompensa.

    La forma en que deberían convivir en un mismo ecosistema económico empresas de capital colectivo y capital estatal es un tema a analizar.

    Otra cuestión es, incluso en una cooperativa, la posibilidad de que unos trabajadores posean más participaciones en la empresa que otros (por ejemplo, por antigüedad o por cargo, como consecuencia de la distribución de participaciones como complemento salarial). Hasta cierto punto, puede ser beneficioso (retribuir el esfuerzo o la pericia). Pero claro, a partir de cierto punto esto implica que el trabajador posee su puesto de trabajo, y parte de la del vecino. La maquinaria capitalista otra vez en funcionamiento...

    La posibilidad de transmitir esas participaciones si se cambia de empresa, o de ser recompradas (porque si mantienes participación en una empresa en la que no trabajas...estamos en las mismas).

    Es jodidillo el tema. Por eso repito machaconamente que todo esto deberíamos sentarnos a pensarlo, para ser capaces de crear los planos de un nuevo sistema socioeconómico. Algo que poder exponer a la ciudadanía como alternativa (sieeempre uso el ejemplo del kernel de Linux, construido según relaciones de bazar, descentralizadas y horizontales, en vez de un Windows propietario, construido de forma jerarquizada y autoritaria).

    Creo que podemos crear un sistema mejor que el actual, no es tan difícil. Pero no es evidente, hay que ponerse manos a la obra y teorizarlo. Tenerlo pensado para que no pase lo de siempre tras el triunfo de una revolución ¿y ahora qué? Para que no tengamos que improvisar. Y, además, sería preferible establecer mecanismos de transición, para que no tuviera que mediar un hiato, una falla en el sistema (una toma del poder de forma violenta, muy difícil en las circunstancias actuales) sino un camino gradual hacia el socialismo (vía impuestos, participación de los trabajadores en la propiedad de las empresas...).

    Creo que lo que hace falta es que nos empecemos a creer eso de que otro mundo es necesario. La frase es bonita, pero hay que ponerse manos a la obra. No sólo a destruir éste, sino también a crear el nuevo.

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